En la vida de Corina Ornelas Andrade no existen limitantes, mucho menos por su sexo o género. Hace 12 años inició lo que ella describe como una aventura. Luego de ejercer como administradora de una micro-empresa, pues es licenciada en Administración de Empresas, ingresó a trabajar como “extra” en el Muelle Fiscal, una experiencia que día a día la llena de recompensas.
Su función diaria es amarrar y soltar barcos, supervisar el buen estado de contenedores que son transportados en barcos atuneros, recibir diversa mercancía y supervisar que se traslade a las bodegas; también es la única mujer en el Muelle que se desempeña en ese oficio, no ha sido una situación fácil, pero sus ganas por salir adelante la han motivado para realizar su trabajo con profesionalismo.
“Te miento si te digo que todo aquí ha sido fácil, es un Muelle, hay puros hombres, pero en un ambiente de respeto todo se logra, mis compañeros me han cobijado, me enseñaron a trabajar, nos consideramos ya como una familia”, dijo.
“Hace 12 años que me contrataron, nunca me minimizaron por ser mujer, al contrario. Este trabajo es una gran oportunidad para demostrar que en la vida de las mujeres no existen barreras. Invitó a todas las mujeres a luchar, siempre luchar, nunca hay un ‘hasta aquí’, todo lo podemos lograr”.
Con el paso de los años, dijo, se ha ganado la admiración de sus compañeros, pues en ocasiones ha laborado hasta jornadas de 72 horas continuas.
“Me considero una mujer muy trabajadora, soy de las que llego a mi trabajo y no me voy hasta que le digo ‘adios’ al último barco, hasta que bajo el último contenedor termina mi jornada”.
Para Corina existen dos personas a quienes considera su “motor”, se trata de su hija Alexia y José Alfredo, su hijo. Sin duda, su familia es lo más importante.
Las tradiciones de su padre y madre no son basadas en estereotipos y roles de género, pues desde pequeña, le enseñaron que tanto mujeres como hombres pueden realizar las mismas actividades y merecen igualdad de oportunidades.
“Amo mi trabajo, lo disfruto y además, lo principal, gracias a mi trabajo saco adelante a mi familia, mi motor son mi hija e hijo; vengo de una familia numerosa, mi padre Efraín siempre nos educó sin prejuicios, siempre nos dijo que no nos hacía daño aprender a cambiar una llanta o cambiar el aceite de un carro, por ejemplo. Hombres y mujeres, podemos hacer grandes cosas y merecemos las mismas oportunidades para ello”, manifestó.
Su feminidad diariamente la vive de diversas formas, pero lo que más disfruta es hacerlo con su chaleco y casco puestos, además de sus botas con casquillo.